Es algo más que sabido para quienes seguimos la actualidad política de Tres Cantos. Huele mal en lo relativo a las contrataciones promovidas por el gobierno del PP en Tres Cantos. Para entender la situación es necesario que nos pongamos antes un poco en contexto.
En los ayuntamientos, las instituciones públicas más cercanas a la vecina y al vecino, hay, una de las formas principales que se usan para contratar obras o servicios con empresas son el procedimiento por concurso y el contrato menor. ¿Qué diferencias hay entre estos dos procedimientos?
Los concursos son públicos, se publicitan y las empresas compiten entre ellas para hacer la mejor oferta posible para el Ayuntamiento, y, por ende, más ventajosa para los vecinos, que ven cómo sus impuestos son gestionados de forma correcta. Los criterios de valoración de las ofertas se fijan, supuestamente, de manera objetiva y previa a conocer qué empresas se presentan. Esto hace que las contrataciones sean más justas y favorables para la ciudad. Esta opción, para el que realmente quiere ser un buen gestor, debería ser prioritaria en el día a día de un equipo de gobierno que vele por el buen uso de los fondos públicos que con tanto esfuerzo y trabajo pagan, vía impuestos, las vecinas y vecinos.
Los contratos menores se adjudican a dedo, las empresas no compiten entre sí, y los criterios de adjudicación son arbitrarios, ya que no deben justificarse ni argumentarse de ningún modo. Estos contratos, como es lógico, tienen, por ley, una limitación económica; 40.000 € como máximo para obras y 15.000 € para servicios.
¿Cuál crees, querida lectora, querido lector, que es el modelo que predomina en Tres Cantos? Pues sí, ¡sorpresa! El contrato menor. La opción menos favorable para el dinero de los que vivimos en esta ciudad y en la que se puede elegir a dedo al adjudicatario.
Los contratos menores tienen su razón de ser, por eso existen y por eso tienen una legislación y una normativa. Son del todo necesarios cuando hay contratos puntuales de escaso importe o por la imposibilidad de prever su necesidad, ya que no daría tiempo a sacarlos a concurso. Lo que ocurre es que, en Tres Cantos, el equipo de gobierno abusa de este tipo de contratos por su mala gestión y su falta de previsión. Hay hechos que son imprevisibles, sí. Pero no todos. En Tres Cantos estamos hartos de ver que se tramitan contratos menores para actividades que se repiten todos los años. Si sabes que el año que viene por estas fechas hay fiestas, o cualquier otro evento, ¿por qué lo realizas mediante un contrato menor? ¿Es desidia? ¿Irresponsabilidad? ¿Dejación de funciones? Contestar sí a cualquiera de estas preguntas pone en muy mal lugar al gestor político, y ese es el lugar que ocupan los concejales de gobierno de Tres Cantos del Partido Popular.
Así, vemos cómo muchos contratos menores son adjudicados justo por el máximo legal (¡qué casualidad!), y, en diversas ocasiones, en condiciones sospechosas. Ponemos algún ejemplo para que se entienda mejor esta situación.
Supongamos que se organiza un concierto y, en lugar de sacar un concurso público para que lo organice todo una misma empresa (digamos en torno a 20.000 €), se hacen dos contratos menores (uno para el escenario, 15.000 €) y otro para el equipo de sonido (15.000 €), y listo. Conceptos diferentes, empresas diferentes, aunque mismo propietario. Puede que sea legal, pero, desde luego, es inmoral y va contra los intereses de los tricantinos.
En primer lugar, lo más probable es que el coste total se incremente con los contratos menores (las empresas no compiten) y, en segundo, se está manipulando la finalidad del contrato menor. Es decir, se está utilizando un contrato menor para un servicio que se podría haber realizado mediante concurso público, que hubiera sido mucho más ventajoso para la tesorería del Ayuntamiento.
Otro caso con el que estamos tristemente familiarizados es cuando se encadenan contratos menores. En lugar de contratar un servicio con una empresa para un año completo (supongamos 48.000 €), se decide hacer un contrato menor para un trimestre (15.000 €). Y al terminar, otro. Y al terminar… Otra inmoralidad, con las mismas consecuencias que la anterior de despilfarro del dinero público y elección a dedo del adjudicatario.
Pero ¡atención!, porque incluso cuando no queda otra que sacar concursos públicos el equipo de gobierno consigue que la adjudicación de estos tenga, cuanto menos, tintes sospechosos. Especialmente, en lo que a obras se refiere.
Hay una empresa que brilla con luz propia a la hora de conseguir estos concursos (y contratos menores) en Tres Cantos. Licuas, empresa habitual en el sumario de la trama Gürtel es, de lejos, la empresa con más adjudicaciones en nuestra ciudad desde el año 2015. Bien por falta de competencia en los concursos, bien por criterios de adjudicación dirigidos, bien porque es la única que se presenta o bien por errores administrativos de otras empresas, la realidad es que Licuas acapara algo menos de la mitad de los contratos de obras. Pensar que es casualidad sería demasiado ingenuo, ¿verdad?
Esta situación está llegando a extremos tan bochornosos que, además de la oposición, hay vecinos que están fiscalizando las contrataciones del equipo de gobierno con resultados muy significativos.
No hay duda de que algo turbio ocurre con los contratos en Tres Cantos. La adjudicación y la gestión se ajustan a la legalidad, pero, sin duda, la inmoralidad campea a sus anchas. Y eso solo perjudica a la vecina y al vecino de Tres Cantos, que ve que su dinero no se gestiona como se debería. Y eso es grave, muy grave.
Artículo de opinión publicado en Tribuna Abierta de Soy.De (mayo 2022)
Grupo Municipal Socialista